"En la vida del deporte (profesional o no) y del baloncesto en general, existen diversos tipos de técnicos, los hay autoritarios, paternalistas, con variados niveles de exigencia y en resumidas cuentas, con diferentes capacidades para transmitir sus conocimientos a sus jugadores y jugadoras pero, quién se precie de llamarse “entrenador” sabe que es poseedor de un gen que solo ellos tienen, el “gen entrenador”.
Es jodido (perdón por la expresión) tener esa partícula que no es estudiada por ninguna Agencia de EE. UU., que no forma parte de ninguna ciencia médica y que no ha sido objeto de algún doctorado por alguna afamada Universidad, sencillamente se tiene o no se tiene.
Ese gen hace que cuando estás metido en un proyecto con el equipo al que vas a representar, todo lo que tengas alrededor se vuelva secundario, da igual que hablemos de familia, amigos, tiempo libre, cine, porque ABSOLUTAMENTE TODO gira alrededor de las personas que diriges porque quieres conocer todo lo que se mueve en TU EQUIPO, porque sabes que cualquier cosa puede afectar al equilibrio del conjunto, porque siempre estás dispuesto a ayudar con el problema que pueda tener un jugador, ya sea con su novia o por tema de estudios, porque te vas cabreado a casa cuando un entreno no ha salido bien, porque tras un partido te vas repasando mentalmente el encuentro pensando en tus fallos una y otra vez sabiendo que podías haberlo hecho mejor, porque aprovechas que no te coinciden horarios para ir a ver jugar al rival con el que te enfrentas la semana que viene y por muchas más cosas que no tendríamos espacio para reflejarlas todas.
Los entrenadores que viven de entrenar, (no voy a utilizar el término profesional porque eso lo hemos sido todos, desde el que no cobra con un minibasket pasando por un EBA que cobra cuatro duros o un NBA con contrato millonario) tienen una ventaja especial, pueden permitirse sacrificarse (con gusto) por el equipo las 24 horas del día, plantarse por la mañana en su pabellón y ver cien veces el mismo vídeo antes de ofrecer un minuto a los jugadores y todo por esa mínima satisfacción de ver el marcador favorable en el minuto 40 del partido porque a los cinco minutos ya estás pensando en el siguiente y encima sabiendo que esa victoria no siempre sucede, es más, en muchas veces tu sensación es que el trabajo no ha valido para nada cuando has acabado por debajo en el marcador.
Todo eso tiene un precio importante, tu propia vida queda por debajo del equipo y hace hasta que te despreocupes de tu estado de salud y seas capaz de retrasar cosas y más cosas porque ello te impediría hacer cualquier cosa con el equipo (lo que sea, aunque sea una cena con ellos), solo basta mirar el ejemplo de Pablo Laso en la última final ACB recién operado del tendón de Aquiles, moviéndose en silla de ruedas por la pista, con esa sensación de agobio de no poder levantarse o de hacerlo a la pata coja y seguro que José Luís Abós viéndolo con una sonrisa a través de la pequeña pantalla porque él hubiera actuado igual.
No conocía personalmente a José Luís Abós, mi relación con él no pasó de un par de preguntas en alguna rueda de prensa, sin embargo no hay que ser ningún erudito para ver como ha contribuido al crecimiento del CAI en su tierra zaragozana hasta el punto de que un equipo LEB en escaso tiempo haya jugado Copa, Playoffs e incluso competición europea y eso, gente como Willy Villar lo sabe, no sale por ciencia infusa, eso solo tiene mucho trabajo detrás, muchas horas, mucho compromiso y muchísimo esfuerzo.
Esa maldita enfermedad que se lo ha llevado nunca sabremos si se podía haber descubierto a tiempo, no llegaremos a conocer si retrasó hasta el final de temporada su desvinculación del equipo para no afectar la planificación y el inicio de la campaña 14/15, lo que sí sabemos es que su última imagen pública, mucho más delgado y víctima del tremendo esfuerzo al que estaba sometiendo a su cuerpo, era para ver a su CAI, ese que le ha dado vida hasta el último suspiro.
Es el gen entrenador, quién no lo tiene, no lo puede entender y el que lo posee solo le queda sonreír cuando le dicen “otra vez tienes entreno” y sencillamente piensa “aunque se lo explique no lo va a entender”.
Descansa en Paz José Luís Abós, tú nos has dejado pero tu gen entrenador se seguirá expandiendo en muchos jóvenes y de eso sí que eres responsable".
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