Espero que os guste y que os entre el gusanillo de leerlo.
INTRODUCCIÓN
Sí, la victoria es dulce, pero no necesariamente hace la vida más fácil la siguiente temporada o incluso al día siguiente. Después de que las multitudes que aclaman se dispersan y la última botella de champán se agota, tu has de volver al campo de batalla y empezarlo todo de nuevo.
El baloncesto –como en la vida- la verdadera alegría proviene de estar presente en cada momento, no sólo cuando las cosas van a tu gusto. Por supuesto , no es un accidente que las cosas sean más propicias de ir a tu gusto cuando dejas de preocuparte si vas a ganar o a perder y focalizas toda tu atención en que está ocurriendo justo en ese momento.
Yo sabía que la única manera de ganar consistentemente era dar a todo el mundo- de las estrellas al jugador número 12 del banquillo- un rol vital en el equipo, e inspirarlos para estar extremadamente atentos a lo que estaba ocurriendo, incluso cuando el foco de atención estuviese sobre otro. Más que ninguna otra cosa, yo quería construir un equipo que combinase el talento individual con una conciencia aumentada de grupo. Un equipo que pudiese ganar sin empequeñecerse en el proceso.
Con los años había ido creciendo mi desencanto con la manera como el poder, el dinero y la glorificación personal habían teñido el juego que amo. Había dejado recientemente un trabajo como primer entrenador en la Asociación Continental de Baloncesto (CBA), frustrado por cómo lastimosamente el juego se había llegado a convertir en algo guiado por el ego y me determiné a buscar algo diferente para mi vida.
La plantilla de entrenadores incluía a dos de las mejores mentes del deporte: Johny Bach, un hombre con un saber enciclopédico sobre el baloncesto, y Tex Winter, el innovador del famoso ataque en triángulo, un sistema que enfatiza la cooperación y la libertad, los valores que más he buscado en mi vida fuera de la pista y que soñaba aplicar en el deporte. El no va más, el equipo también tenía al jugador más creativo del baloncesto: Michael Jordan.
Ésa fue la mejor decisión que he tomado nunca.
La mayoría de los líderes tienden a ver el trabajo de equipo como una cuestión de ingeniería social: coge un grupo x, añádele una técnica de motivación y y consigue como resultado z. Pero trabajando con los Bulls he aprendido que la manera más efectiva para forjar un equipo ganador es apelando a la necesidad de los jugadores de conectar con algo más grande que ellos mismos. Esto requiere que los individuos vinculados renuncien a sus intereses personales por un bien mayor y así el conjunto sume más que la suma de sus partes.
Ésta no es siempre una tarea fácil en una sociedad en la que la celebración del ego es el pasatiempo nacional número uno.
Ningún equipo ha entendido mejor que los Chicago Bulls campeones que el desinterés es el alma del trabajo en equipo. El saber convencional es que el equipo era básicamente un hombre espectáculo –Michael Jordan y los Jordanaires. Pero la verdadera razón de que los Bulls ganasen tres campeonatos consecutivos fue que nos enchufamos a la energía de UNIDAD en vez de a la energía de un hombre, y trascendimos las fuerzas divisoras del ego que han hecho inútiles a equipos mucho mejor dotados.
El pívot Bill Cartwrigt lo expresó mejor: “ La mayoría de los equipos tienen jugadores que quieren ganar, pero no están dispuestos a hacer lo necesario. Lo necesario es darte a ti mismo al equipo hasta el final y desempeñar tu tarea. Puede que esto no siempre te haga feliz, pero has de hacerlo. Porque cuando lo haces, entonces es cuando ganas.”
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